La limpieza facial es el primer paso para una piel sana y radiante. Explora nuestra gama de limpiadores faciales y encuentra el que mejor se adapte a tu tipo de piel y necesidades, para una limpieza profunda y eficaz.
No existe un único limpiador facial "mejor" para todos, ya que la elección ideal depende de tu tipo de piel y tus necesidades. Sin embargo, algunos aspectos clave a considerar son:
Tipo de piel:
Piel grasa: Busca limpiadores en gel o espuma que ayuden a controlar el exceso de sebo.
Piel seca: Opta por limpiadores cremosos o leches limpiadoras que hidraten y nutran la piel.
Piel sensible: Elige limpiadores suaves, sin fragancia y con ingredientes calmantes.
Formato: Gel, espuma, crema, aceite, bálsamo... elige el que te resulte más cómodo y agradable de usar.
Ingredientes: Busca limpiadores con ingredientes suaves y efectivos, evitando aquellos que puedan irritar tu piel.
El limpiador facial tiene la importante función de eliminar las impurezas que se acumulan en la piel a lo largo del día, como:
Exceso de sebo
Sudor
Células muertas
Maquillaje
Contaminación ambiental
Al eliminar estas impurezas, el limpiador facial:
Previene la obstrucción de los poros: Reduce la aparición de puntos negros y acné.
Prepara la piel para los tratamientos posteriores: Permite que los sérums y cremas penetren mejor y sean más efectivos.
Mejora la textura y luminosidad de la piel: Deja la piel limpia, fresca y radiante.
Humedece tu rostro con agua tibia.
Aplica una pequeña cantidad de limpiador en tus manos.
Masajea suavemente el limpiador sobre tu rostro con movimientos circulares, evitando el área de los ojos.
Enjuaga con abundante agua tibia.
Seca tu rostro con una toalla suave, dando toquecitos.
Se recomienda usar un limpiador facial dos veces al día:
Por la mañana: Para eliminar el exceso de sebo y sudor que se acumula durante la noche.
Por la noche: Para eliminar el maquillaje, la contaminación y otras impurezas del día.
Tensioactivos: Sustancias que eliminan la suciedad y el exceso de grasa. Algunos ejemplos son el lauril sulfato de sodio, el cocoil isetionato de sodio y el cocamidopropil betaína.
Humectantes: Ayudan a mantener la hidratación de la piel, como la glicerina, el ácido hialurónico y la aloe vera.
Emolientes: Suavizan e hidratan la piel, como los aceites vegetales.
Exfoliantes: Eliminan las células muertas de la piel, como el ácido salicílico o el ácido glicólico.
Ingredientes calmantes: Reducen la irritación y la inflamación, como la camomila o el aloe vera.
Limpieza profunda: Elimina las impurezas que el agua sola no puede eliminar.
Prevención del acné: Reduce la obstrucción de los poros.
Mejor absorción de los tratamientos: Prepara la piel para recibir los beneficios de sérums y cremas.
Piel más sana y luminosa: Mejora la textura y el aspecto general de la piel.
Piel limpia, fresca y radiante.
Reducción de puntos negros y acné.
Mejor textura y luminosidad.
Mayor eficacia de los tratamientos posteriores.
La concentración adecuada de los ingredientes depende del tipo de limpiador y del tipo de piel. En general, se recomienda empezar con limpiadores suaves y observar cómo reacciona tu piel.
Los retinoides son derivados de la vitamina A que se utilizan en cosmética por sus múltiples beneficios para la piel. Algunos de los retinoides
Irritación: Algunos limpiadores, especialmente los que contienen sulfatos o fragancias, pueden irritar la piel.
Resequedad: Algunos limpiadores pueden eliminar el exceso de grasa, dejando la piel seca y tirante.
Reacciones alérgicas: A algún componente del producto.
Sulfatos: Pueden ser irritantes y resecar la piel.
Fragancias: Pueden irritar la piel sensible.
Alcohol: Puede resecar la piel.
Un limpiador facial caducado puede perder su eficacia y aumentar el riesgo de irritación o infección. No se recomienda utilizar limpiadores faciales caducados.
Piel grasa: Busca limpiadores en gel o espuma con ingredientes que controlen el exceso de sebo, como el ácido salicílico o el niacinamida.
Piel seca: Opta por limpiadores cremosos o leches limpiadoras con ingredientes hidratantes, como el ácido hialurónico o la glicerina.
Piel sensible: Elige limpiadores suaves, sin fragancia y con ingredientes calmantes, como la camomila o el aloe vera.
No es estrictamente necesario, pero un tónico puede ayudar a equilibrar el pH de la piel, eliminar cualquier residuo de limpiador y preparar la piel para los tratamientos posteriores.
Depende de tu tipo de piel y del tipo de exfoliante. En general, se recomienda exfoliar la piel una o dos veces por semana. Si tienes piel sensible, es mejor exfoliar con menos frecuencia.